Murió la ex vedette y actriz Libertad Leblanc, un ícono del cine argentino.


A los 83 años Estaba con internación domiciliaria en su casa, por una pulmonía avanzada e irreversible.


Libertad Leblanc murió a los 83 años, este jueves 29 de abril, en su casa, donde su hija le había armado una internación domiciliaria, luego de estar internada en terapia intensiva en el Hospital Rivadavia, por una pulmonía avanzada.

La conocida ex vedette y actriz era asistida durante 24 horas por dos enfermeros y con el equipamiento clínico necesario.

Los problemas de salud de Libertad Leblanc no eran nuevos y habían empezado unos años atrás, tras un viaje a España donde había ido para vender un departamento. Bajo esas circunstancias, estresada por la operación inmobiliaria, sufrió un cuadro cardíaco que derivó en una internación.

Ya en la Argentina arrancó un tratamiento, pero según gente de su entorno, nunca más volvió a reponerse. «Se la veía muy decaída, pasaba mucho tiempo en la cama y comenzó con un principio de Alzheimer”.

Feminismo a su modo

Libertad María de los Angeles Vichich. Así se llamaba. Nació en Guardia Mitre, una localidad argentina del departamento de Adolfo Alsina en la provincia de Río Negro. 24 de febrero de 1938. Bajo su nombre artístico, Libertad Leblanc, filmó 30 películas entre 1960 y 1989, además de haber trabajado en producciones mexicanas.

«Creo que fui de las primeras feministas, pero otra forma de activismo. Cortaban mis desnudos, los prohibían, y se hacían sus propias películas caseras para pasar a sus amigos», dijo durante una entrevista con Clarín en 2019. «Luché contra los molinos de viento. Un día fui hasta al lugar e increpé al tipo. ‘Devuélvame lo que es mío’. No se la iba a llevar de arriba, así que lo agarré a los arañazos. Me hice sola. No tuve un Armando Bó. Yo fui mi propia empresa».

Ícono del cine erótico

En los manuales de la industria cinematográfica, Leblanc fue, es y será equivalente de símbolo sexual. Los años ’60 y ’70 significaron décadas de gloria. Sin embargo, su desnudez hasta el cuello, como ocurriera con la Coca Sarli, pasó a la historia con menos contenido erótico que ingenuidad. Una de sus películas más recordadas tiene un título que ahora sería inapelable: Acosada, de 1964. Actualmente, este filme es considerado el de mayor difusión internacional de la llamada «diosa blanca».

Protagónicos más bizarros como su rol en La endemoniada, de 1968, hicieron olvidar sus curvas para que la crítica pusiera el ojo en las «escenas de horror y vampirismo». En esa peli, el desnudo, explícito o artístico, no tuvo mayor trascendencia.

Libertad fue mujer sujeto y objeto. Entrada la década del ’60, tan desconocida como despampanante, su silueta sólo había aparecido en papeles menores de espectáculos teatrales o en alguna cinta poco recordada.

Un día la invitan a un festival de cine en Caracas, Venezuela.

Cerca de la pileta donde el periodismo y los curiosos miraban a la argentina Graciela Borges, la Leblanc montó un numerito escandaloso: se sacó el vestido y quedó blanca y radiante, apenas tapada por una diminuta bikini amarilla a lunares. En un instante, la Borges supo lo que era la soledad: los periodistas le dieron la espalda a la diva y se amucharon sin tocarse alrededor de la desafiante y desconocida rubia platinada.

El arrojo hizo que, junto a esa piscina, firmara un prometedor contrato para protagonizar La flor de Irupé, donde -siguiendo la lujuriosa línea- haría su el primer desnudo. El filme resultó un éxito de taquilla.

Su paralelo con Isabel Sarli

«Impúdicas, amorales, obscenas». Así se las describía tanto a ella, la rubia, como a Isabel Sarli, la morocha.

«Me saqué el vestido y me tiré. Se me vinieron todos los periodistas encima y logré llamar la atención. No podían creer que no hubiera filmado nunca. Me dedicaron las primeras planas de los diarios. Conseguí mi primer buen contrato. Al afiche le inventé el ‘estelarizada por la rival de Sarli’. Armando Bó después se enojó conmigo y me gritó, ‘oiga, ¿por qué usa el nombre de Isabel?’. Él tenía razón, pero de descarada le contesté: ‘¡Todavía que le hago publicidad gratis se queja…!'»

Los contratos, redactados casi de puño y letra por la propia Leblanc, tenían cláusulas de hierro. «El productor se compromete a no hacer figurar en la película a ninguna otra actriz con cabello claro«. Más: «Será la actriz quien elija al galán». ¡Más!: «El nombre de ella irá en tamaño grande arriba del título del filme». ¡¡Más!! «El productor cederá a la actriz el derecho exclusivo de explotación en no menos de cinco países».

Tuvo un fugaz matrimonio con el empresario teatral Leonardo Barujel. Su única hija es fruto de esa relación. “Estuve profundamente enamorada de mi marido y cuando lo dejé sufrí mucho, no fue tan simple…”. Dos años atrás, en diálogo con el programa Confrontados, soltó una bomba al revelar que había sido amante de Plácido Domingo.

«Me prohíben, me persiguen sin razón, como si fuera pecaminosa. Parecería que mis senos y la forma de mi cuerpo fuesen la única demostración de sexo en este país. Más que mi imagen erótica, cortan mi imagen de mujer que se abre camino sola en la vida. No produce incomodidad mi escote, sí mi expresión de mujer pensante».

Fuente: Clarín