Manuel Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano


Por Elías Almada

Escritor
E-mail: almada-22@hotmail.com

3 de junio de 1770 – 20  de junio de 1820

Su familia:

Fueron sus padres  Domenico Francesco María Cayetano Belgrano Peri,  oriundo de Oneglia (situada a 120 kilómetros de Génova), y María Josefa González Casero, porteña de familia patricia oriunda de Santiago del Estero,( según el genealogista Narciso Binayán Carmona, era descendiente del conquistador, explorador y colonizador español Domingo Martínez de Irala (1509-1556); sus antepasados tenían un remoto origen mestizo guaraní, que compartía con muchos próceres de la época de la Independencia y con grandes personajes paraguayos y argentinos), quienes consagraron su matrimonio el 4 de noviembre de 1757 en la iglesia de Nuestra Señora de la Merced, ubicada en las actuales Reconquista y Perón. Al año siguiente, celebraron la llegada de una niña, a la que llamaron María Florencia. A la que le siguieron Carlos José (1761), José Gregorio (1762), María Josefa Juana (1764), Bernardo José Félix Servando (1765), María Josefa Anastasia (1767), Domingo José Estanislao (1768) y Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús, el 3 de junio de 1770. Luego llegarían más hermanos: Francisco José María (1771), Joaquín Cayetano Lorenzo (1773), María del Rosario (1775), Juana María Nepomucena (1776), Miguel José Félix (1777), María Ana Estanislada (1778), Juana Francisca Josefa Buenaventura (1779) y Augustín Leoncio José (1781), fueron 16 hermanos de los cuales María Josefa Juana, Bernardo y María Ana, no superaron la niñez. Mientras que Augustín murió en mayo de 1810, antes de la Revolución, probablemente en la Banda Oriental. Manuel fue bautizado por el sacerdote Juan Baltasar Maciel y Lacoizqueta en la Basílica de Nuestra Señora de la Merced al día siguiente de su nacimiento. Con el tiempo su padre castellanizó su nombre pasando a ser Belgrano Pérez, por lo que en algunos censos como el de 1778 aparecen como familia “Pérez Gonzalez”.

Fruto de su relación con María Josefa Azcurra  nació el 30 de julio de 1813 en la estancia de unos amigos en Santa Fe,  Pedro Pablo. Fue anotado como huérfano en la Catedral de Santa Fe y se ignora si el niño conoció a su padre, pues lo adoptó inmediatamente su tía materna, Encarnación Ezcurra, a la sazón recién casada con Juan Manuel de Rosas; posteriormente fue conocido como Pedro Rosas y Belgrano, llegó al grado de coronel y tuvo una complicada actuación pública en la década de 1850.

En 1812, después de su victoria en Tucumán, Belgrano conoció a la joven María Dolores Helguero y Liendo, a quien prometió matrimonio. Pero la prometida unión nunca llegó a concretarse, pues cuando Belgrano regresó de sus campañas, la joven había sido dada en matrimonio a otro hombre. Se sabe que se volvieron a ver durante el Congreso de Tucumán, cuando ella aún estaba casada, y que años más tarde tuvieron como fruto de su relación a Manuela Mónica Belgrano, nacida el 4 de mayo de 1819. La niña vivió con su madre hasta 1825, cuando la hermana de su padre, Juana Belgrano de Chas, la llevó a Buenos Aires. Mónica y su medio hermano se conocieron en 1834, después de que Rosas cumpliera con el pedido de Belgrano de revelarle a Pedro su verdadera filiación cuando fuera mayor de edad. Mónica se casó en 1853 con un pariente distante, Manuel Vega Belgrano.

Su educación:

Estudió primeramente en el Real Colegio de San Carlos  de Buenos Ayres. Luego marcho a España a estudiar Derecho en las universidades españolas de Salamanca y Valladolid, donde se graduó como Bachiller en Leyes, con medalla de oro, a los 18 años de edad en la Chancillería de Valladolid, dedicando especial atención a la economía política. Por tal motivo, fue el primer presidente de la Academia de Práctica Forense y Economía Política en Salamanca.

Durante su estadía alcanzó un éxito destacable y prestigio que le permitió obtener del papa Pío VI una autorización para leer toda clase de literatura prohibida. De esta manera tuvo acceso a los libros de Montesquieu, Jean-Jacques Rousseau y Filangieri; así como pudo imbuirse de las tesis fisiocráticas de François Quesnay. También leyó a los escritores españoles de tendencia ilustrada, como Gaspar Melchor de Jovellanos y Pedro Rodríguez de Campomanes.

Siguió los acontecimientos de la Revolución Francesa de 1789, que le influyeron hasta el punto de hacerle adoptar, como a José de San Martín, el ideario revolucionario de finales del siglo XVIII. A partir del mismo, ambos orientaron su desempeño en la vida política hacia las necesidades fundamentales de todo pueblo: soberanía política, económica y posesión de los territorios que explotan a partir del trabajo. Tanto Belgrano como San Martín fueron firmes creyentes en el desarrollo a partir de las industrias, la producción y el comercio de bienes dentro de un marco justo que beneficie a la Patria y el pueblo en su conjunto.

Belgrano se rodeó de la élite intelectual de España, y por aquel entonces se discutía  la reciente Revolución Francesa. Los cuestionamientos al derecho divino de los reyes, los principios de igualdad, fraternidad y libertad, y la aplicación universal de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano estaban en boca de todos.

Su actuación en el consulado, la prensa y la educación:

Belgrano fue nombrado Secretario “Perpetuo” del Consulado de Comercio de Buenos Aires el 2 de junio de 1794 y unos meses después regresó a Buenos Aires (poco antes de fallecer su padre a quien había ayudado en su defensa  cuando enfrento un juicio por considerárselo cómplice de la quiebra de un funcionario de adunas, del cual salió absuelto pero con su fortuna muy disminuida). Ejerció ese cargo hasta poco antes de la Revolución de Mayo, en 1810. En dicho cargo se ocupaba de la administración de justicia en pleitos mercantiles y de fomentar la agricultura, la industria y el comercio. Al no tener libertad para realizar grandes modificaciones en otras áreas de la economía, concentró gran parte de sus esfuerzos en impulsar la educación.

En la primera memoria consular (1796), esboza su plan de educación, proponiendo la creación de diferentes  tipos de establecimientos educativos, a saber:

Una Escuela de Comercio

La Escuela de Náutica (creada en 1799)

La Academia de Geometría y Dibujo (creada en 1799)

Escuelas agrícolas

Escuelas de hilanzas de lana y de algodón

Enseñanza primaria, gratuita y obligatoria en todo el reino

Escuelas para mujeres

Tiempo más tarde donaría la recompensa por sus victorias en Tucumán y Salta para que se construyan dos escuelas, las que el estado nacional concreto casi 200 años después.

El 1 de Abril de 1801, aparece en Buenos Aires el primer número del periódico Telégrafo Mercantil. Fue un periódico fundado en Buenos Aires por Francisco Cabello y Mesa el 1º de abril de 1801, a instancias de Manuel Belgrano,  y el virrey Avilés. En el Telégrafo colaboraron destacadas figuras de la época. Manuel José de Lavardén publicó en el primer número del periódico su Oda al Paraná. Thaddeus Peregrinus Haenke, publicó numerosos artículos acerca de sus viajes. El jurista, periodista y poeta porteño Domingo de Azcuénaga, colaboró con algunos escritos. El mismo Manuel Belgrano, Juan José Castelli, Pedro Cerviño, Luis José de Chorroarín y muchos otros, encontraron lugar en el periódico para difundir sus ideas y creaciones.

Luego vendría el tiempo de la Invasiones Inglesas, la Revolución de Mayo, y su carrera militar y actuación diplomática, la creación de  la escarapela y la bandera nacional, como así mismo su presencia en el Congreso de Tucumán , que merecen,  sobre todo sus campañas militares, un tratamiento aparte, al respecto  solo mencionaré que el día de 3 junio fecha de su nacimiento se celebra el día del Soldado del Ejército, reconociéndosele  tal cual lo hiciera en vida el Libertador San Martín, su patriotismo y dotes de militar, ese día se considera terminada la instrucción básica y el soldado preparado para expresar su juramento a la bandera por el creada,  que no es nada más ni nada menos que asumir un compromiso  de por vida con la Patria, el  de “Seguir constantemente su bandera y defenderla hasta perder la vida”, tal cual lo hicieran con honores quienes regaron con su sangre el irredento suelo Malvinense.